Nadie es perfecto hasta que te enamoras de él.

Comencé a llorar a mares, y a atragantarme con un millón de palabras inpronunciables... Tú dejaste resbalar un "te quiero" en una de tus expiraciones, quizá el te quiero más débil del mundo... el menos convincente. Te creíste con el derecho de darme un abrazo, y me rodeaste con seguridad entre tus brazos, mientras yo hacía peso muerto con todo mi cuerpo. Entonces me llegó tu olor y comprendí que ya no era mío, ni siquiera un poco. Saqué valor, no sé de donde ¿sabes?, pero lo saqué... y me largué con un montón de amor vacío pesándome en las manos. Total, ese olor ya no era mío.